Moda más allá de la superficie

Por: Ma. Alejandra Cabello

Pensando en la moda, lo primero que vino a mi mente fue frivolidad. Un instinto innato de rechazo y crítica despiadada hacia una industria que estira los límites del absurdo. Entonces decidí sumergirme en el trasfondo del tema, sólo para reafirmar que raíces psicológicas y socioeconómicas han evolucionado encadenadas a la moda, y esta es sólo la punta del iceberg. La moda es un elemento que aunque parece superficial, es una base sólida de nuestra sociedad, y una mirada más profunda de la misma podría complementar cualquier estudio sociológico o psicológico. La cuestión está en que la moda depende directamente del vestuario y por lo mismo es un elemento de la sociedad tan antiguo que peca de desapercibido. En la época del imperio Romano, el sistema de control social se representaba a través de las togas: estatus, género y demás elementos pertinentes a la categoría del ciudadano. Lógicamente, desde entonces ésta ha tomado muchos roles sociales a parte de su fin principal (proteger y cubrir el cuerpo humano), pero podríamos decir que el cambio más drástico ocurre, como en muchas otras ramas, con la revolución industrial. La industrialización es un evento crucial que respalda la constante e interminable transformación que ha sufrido la forma de vestir, y por lo tanto la concepción de la moda. Cuando ocurren las dos guerras mundiales, las mujeres comienzan a reemplazar a los hombres en los puestos de trabajo y este hecho no sólo incita una revolución femenina, sino que la forma de vestir de las amas de casa no cumple con dicho fin. Necesitaron ropa cómoda, pero que no se desprendiera de la feminidad, y así es como surge una necesidad mercado. Estos dos hechos históricos resultan cruciales para una mejor comprensión del cauce que ha tomado la industria de la ropa, y por consiguiente de la moda.

Con la constante evolución de la industrialización, el tiempo de producción y la reproducción en masa permiten mayor acceso y adquisición de la vestimenta y por lo tanto, su función de determinar estatus y clases sociales pasa a otro plano. Hoy en día la variedad de ropa y estilos es innumerable, dicha variedad saca a flote una interrogante inherente al tema ¿por qué cambia la moda frecuentemente? Existen varias razones, una de ellas es económica: para vender más. La otra es sociológica, dado que las actitudes de la gente para vestirse son ambivalentes, las cuales inevitablemente se atan a una ubicación espacio-cultural definida.  La vestimenta tiene dos funciones fundamentales: enfocar nuestras atracciones y proteger nuestra modestia. Lo cierto es que aunque se puedan identificar varias facetas relacionadas con la forma de vestir y su importancia social, esta se basa en la construcción de la identidad individual y social. Y aunque la vestimenta y la moda son inseparables, son conceptos distintos.

A pesar de su concepción de superficial, la moda ha sido tema de estudio en el ámbito académico. En 1904 Simmel consideraba la moda como una forma para imitar y diferenciar. Para entender la imitación como una característica de la moda, entre muchas otras, entendemos que requiere de cierto sistema social de imitación para que sea aprobado y permitido por la autoridad, lo que a su vez implica que el impulso hacia la igualdad que caracteriza el sistema social democrático (Spencer, 1966).

En 1975, Horn y Gruel la toman como un lenguaje no verbal, que comunica una impresión a otros sobre tu estatus social, ocupación, confidencia, inteligencia, conformidad, individualidad, etc. La gente se cubre o decora sus cuerpos por innumerables razones y la modestia es una de ellas, otra es protección y otra es para ser sexualmente atractivos. Otras ramas académicas se enfocan en la perspectiva económica: Sombart (1967) y Nystrom (1926) consideran que la moda es el hijo preferido del capitalismo. Niegan que el consumidor juegue algún papel en la creación de la moda y por ende debe aceptar lo que la producción ofrece, lo que significa que bajo esta perspectiva, la industria define la moda. Blumer por su lado argumenta que es un tratamiento parroquial en la Europa de siglos anteriores en la que se definía por clases sociales y que actualmente no funciona así, hoy en día el mecanismo de la moda es más que todo para expresar nuevos gustos que siguen emergiendo en este mundo cambiante. Davis (1992) piensa igual que Blumer, considerando que aunque el estatus social es un elemento atado a la vestimenta y a la moda, no es este el más importante. En cambio, es en las facetas colectivas en las que se direcciona la moda y la relación vestimenta-moda va atada a la identidad.

El pensamiento posmoderno es que somos múltiples, ambivalentes, cambiantes. Los cambios tecnológicos y biológicos, utopías, caos, globalización, transculutralización, internet, etc. son características elementales de la sociedad posmoderna que traen un conjunto de paradojas, ambivalencias y contradicciones internas para la construcción de la identidad individual y colectiva, elementos que a su vez, el sistema y la industria de la moda continua alimentando. La vida cultural del capitalismo industrial de hoy en día encaja perfectamente con la moda, pero al mismo tiempo la sociedad posmoderna es una sociedad llevada a crear no sólo innovación, pero también un deseo por diferenciación perpetuo (Barnard 1996).

Desde todas estas perspectiva, surgen muchas definiciones de la moda, esta puede ser tratada como: una regulación o control social, una jerarquía, una medida social, un proceso social, entre otras. Puede considerarse que las pautas las pone una comunidad superior controladora, a la cual el resto imita. Ya luego para volver a diferenciarse entonces renuevan la moda y así surge el cambio y un ciclo de perenne imitación e innovación que resulta siempre ser cíclico. Pero en realidad hoy en día el tema de la imitación no aplica con tanta riguridad, precisamente porque la definición de moda no puede encasillarse bajo un solo concepto. La moda tiene muchas variantes y cada una tiene una función distinta dentro de la sociedad, incluso puede ser segmentada en cuatro funciones: arte, crear y mantener identidad, como comentario del cuerpo, o como un reflejo de imagen corporal.

En cuanto a la vestimenta, se han realizado estudios en los que se evalúa la manera de juzgar a la gente a través de la ropa que usa. Es obvio que existen ya ciertos parámetros definidos socialmente, la ropa diferencia de acuerdo a género, a posición, a situación (trabajo, vacaciones, matrimonio, funeral, etc.) entre otras variables. Entre los estudios realizados concluyeron que la ropa transmite un significado a otras personas y resulta que dichos resultados fueron mixtos e inconclusos y nada fáciles de desglosar. Están determinados en gran escala por contexto y por subculturas, lo que quiere decir que si la persona que usa la ropa y la que lo ve pertenecen a una misma subcultura, se crea una especie de entendimiento tácito, un lenguaje que ambos entienden, de lo contrario se crean confusiones.

A su vez, la relación cultural y las emociones individuales tienen una conexión directa con la identificación étnica. Esto es notable más que todo en el proceso de asimilación y de culturalización de inmigrantes. También otros estudios han indicado que hay una conexión emocional y de humor para vestirse, de esta forma se escoge lo que se va a poner dependiendo del estado de ánimo. Otros estudios se enfocan en la construcción de la identidad a través de la ropa utilizada para cubrir imperfecciones biológicas, enfermedades, cicatrices, heridas, etc. Increíblemente, algunos de estos estudios sugieren que la vestimenta debe permitir la revelación más que ocultar las imperfecciones. A su vez, la elección de vestimenta influye también en la auto-percepción, la cual va desde atributos ocupacionales, incluyendo responsabilidad, competencia, conocimiento, profesionalismo, honestidad, inteligencia, etc. También se descubrió que la gente que se viste formal utiliza un lenguaje más formal para describirse y referirse a sí mismos, mientras que los que visten más casual utilizan un lenguaje casual. La gente consume la moda para realizar sus necesidades emocionales.

Luego de una breve vista a las opiniones académicas sobre la moda confieso asumir otra posición sobre el tema. Creo que subestimamos el poder de nuestra forma de vestir, la cual es después de todo, un tipo de lenguaje que asumimos y entendemos tácitamente. Sin embargo, la moda ya es otro tema y entre las funciones de la misma, hay extremos. Por un lado se puede considerar la moda como un arte. Un diseñador expone su creatividad sobre el cuerpo humano. Es un arte interactivo que permite una mejor visualización y apreciación del cuerpo humano. La ropa es una herramienta para alcanzar el concepto de belleza que posee el colectivo. Por otro lado, la industria de la moda puede que haya sobrepasado los límites, y las consecuencias son el absurdo que se vive hoy en día. Un absurdo que va mucho más allá de un estilo, dentro de todo la sociedad posmoderna se caracteriza por la capacidad de transformación y adaptación inmediata. El absurdo para mí, es la concepción irreal tanto económica como visual. Por un lado se sobrevalora lo material y por el otro se adora una figura femenina irreal. Surge de esto una necesidad imposible de imponer sobre la mujer una deidad. Una deidad alimentada por Photoshop y anorexia. Hay quienes la siguen y hay quienes no, pero considerando el carácter social y psicológico de la forma de vestir y de la moda quizá no sea este un tema tan superficial y puede que esté teniendo consecuencias claves en el rumbo que está tomando el desarrollo económico y cultural de las sociedades actuales.

Referencias:

What cognitive psychology studies reveal about fashion. G-Moda, 2011.

http://www.gdotmoda.com/en/blog/what-cognitive-psychology-studies-reveal-about-fashion-140

Fashion-ology. Kawamura, Yuniya.  Oxford: Berg Publishers, 2005.

 From Costume History to Dress Studies. Jonathan Edmondson and Alison Keith http://www.yorku.ca/uhistory/faculty/cv/Edmondson/Roman%20Dress%20Intro%20Edmondson%20&%20Keith.pdf

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