Alberto Chimal y la Nueva Cámara de Maravillas

Por Vanessa Puga

 

Alberto Chimal es un escritor mexicano con mucha actividad en Twitter. Es de los pocos autores (al menos que haya encontrado yo) que sí creen en la idea de la comunicación horizontal que promueven las redes sociales, es decir, los grandes ídolos bajan del pedestal en que están e interactúan con los usuarios, contestando a sus comentarios, dudas, y demás. De hecho, él cuenta con una bitácora llamada Las Historias donde realiza un concurso de creación literaria una vez al mes, promoviendo la creatividad entre sus lectores.

Fue, igual, gracias a Twitter, que nos pusimos en contacto. Un sábado nos lanzamos Aidé y yo, armadas con nuestras respectivas herramientas (cámara de fotos ella, mi teléfono para grabar audio, papel y pluma para tomar notas) , a la cafetería de la Librería del Fondo ce Cultura Económica Rosario Castellanos para verlo y charlar con él, de redes sociales, su más reciente libro El viajero del tiempo surgido en Twitter, y lo que es importante para él como escritor en un mundo donde la pantalla de la computadora parece ser lo más vital para muchos.

Como usuario de las redes sociales, ¿qué opina de los grandes autores que siguen usándolas para la comunicación vertical, que no se bajan de su pedestal?

Me parece que es un desperdicio de las posibilidades de la redes. Entiendo ese comportamiento sobre todo en cierto tipo de personas, en aquéllas que deben su prestigio o su fama a los medios, que son en general las grandes celebridades de las redes sociales, que demuestran que esta época sigue pesando la televisión. Una cuenta cualquiera de una celebridad puede tener 2 tweets y tener un millón de seguidores de un día para otro porque lo que cuenta es la fama. Estas personas mantienen la adoración del líder o del rebaño. Ciertos individuos tienen mayor admiración de seguidores manteniéndose aislados y manteniendo una relación aislada de quienes lo veneran y que de alguna manera incrementan ciertos aspectos de la adoración con esa distancia.

Lo entiendo pero me parece un desperdicio de los recursos al alcance de cualquiera en Internet. Me parecen más admirables quienes dentro de la propia red se construyen una reputación. En algunos casos no es muy interesante. A veces son voces totalmente insustanciables, cosas que se leen por una especia de entretenimiento inmediato como el que daría una celebridad en la tv, se leen por las mismas razones pero por otros medios. Lo que me gusta es no repetir lo que ya se sabe. Se me hace muchísimo más valioso.

El Viajero del Tiempo es un libro creado a partir de las redes sociales ¿cómo fue la recopilación?

Costó como un año de trabajo. No e smuy distinto de escribir un libro cualquiera: re-leer corregir, la restricción fundamental que ofrece una herramienta como ésta es el tamaño. Pero esa misma restricción es similar a la que han tenido autores de otros gñeneros, como los sonetos, haikus, cualquier clase de forma fija. Se enfrenta a los mismos problemas: cómo evitar que la escritura pre-establecida sea una traba sino una estímulo creativo.

Hay un prejuicio en contra de las herramientas digitales qwue creo que viene de cierto elitismo: como todo mundo tiene acceso a ello, no puede tener nada bueno. Da pie a un fenómeno muy curioso: cuando algún medio llega a meterse con redes sociales o herramientas digitales, lo más destacado es la obra de gente ya consagrada o conocida fuera del medio sin importar el mérito que realmente tengan en Internet, lo cual me parece una forma de no saberlo aprovechar o entender.

Conaculta impulsó mucho lo digital el año pasado, incluyendo el Simposio del Libro Electrónico y el Seminario de Nuevas Rutas para el Periodismo Cultural Digital ¿se cayó en esa crítica continúa o desprecio a las nuevas tecnologías?

El simposio tuvo sus pros y sus contras, Sí se abordó el presente del libro electrónico desde una perspectiva más abierta. Algunos exponentes fueron decepcionantes “no me gusta el e-book, sólo el impreso” y ya. Algunos sólo hablaron de procesos mercantiles y no mucho más. Aunque sí hubo quien intentó involucrarse en las herramientas digitales en sí, eso sí fue interesante.

Posdata, la editorial que editó El Viajero del Tiempo es una pequeña editorial de Monterrey ¿está ligada a Conaculta? ¿por qué el libro con ellos y no con una de las grandes casas editoriales?

Ellos me invitaron. Me dijeron que estaban haciendo una colección de minificción, es la primera en México. Me pareció un proyecto interesante. No tan estrecho como 140 caracteres, el otro libro que inaugura tiene relatos de hasta una página. No todo es tan breve, pueden ser página y media, dos páginas y aún tienen este carácter insinuante de la minificción. Los límites siempre son difíciles de establecer en cualquier género. No todo se acaba de concretar en la lectura, ciertas pistas quedan plantadas en la cabeza del lector y concluyen después: es una semilla que germina o una bomba que explota. Se puede hacer en 140 caracteres o un poco más extenso.

Muchas de estas colecciones independientes son la única vía para que ciertos textos lleguen a un público. Si yo hubiese ido a una editorial grande me hubieran cerrado la puerta en la cara porque estos textos no cuadran con la idea de ciertas editoriales.

Claro que sin la invitación de Posdata hubiera buscado el publicarlo por otro lado. En esta época algo de lo que está cambiando con la narrativa actual es que esa imagen tradicional del escritor como artista se empieza a deteriorar. Ya hay gente que predica el ser creador de contenidos para difusión. Hay quienes ven qué vende (tamaño, extensión, capítulos) para obtener beneficio económico. Se está tendiendo a este modelo de la industria estadounidense (aunque la mexicana no lo puede soñar todavía). No necesariamente tenemos que irnos todos a la misma dirección, incluso en un medio tan raquítico como el nuestro, acercarse a los lectores con cosas como éstas que de alguna manera propongan una experiencia distinta, o que no es la que se espera. Ni siquiera significa que este libro esté pensado para una élite, creo que el esfuerzo que implica la hechura de este libro también implica la creación de cierts características que requieren una lectura más rigurosa y más atenta, al mismo tiempo que puede ser disfrutado por un lector de los de a pie, a veces ciertos colegas los desprecian. A mí me gusta que ambos puedan disfrutar un libro como éste.

La opinión dominante antes era la de Octavio Paz: “la crítica que de veras cuenta es la del intelectual”; a mi parece que se pueden tener las dos cosas: un texto con un nivel simple de lectura simple, visceral, y otra lectura más profunda.

Cuando se pone a escribir, ¿lo hace con algún tipo de lector en mente?

Creo que me propongo escritura… sin un lector particular, estoy tratando de hacer un texto que a mí me gustara leer. Estoy tratando de hacer una serie de textos que de alguna manera puedan dejarse leer de maneras diferentes. Hasta ahí llega lo que deseo plantearme, que en cierto modo no es poco. Me parece que tratar de lograr ambas cosas a la vez no es poco.

¿Qué se siente ver tweets como “El viajero del tiempo ya estuvo en la presentación del libro y sabe que fue un rotundo éxito”?

¡Eso estuvo muy bueno! Me hizo muy feliz: la gente está haciendo suyo a este personaje. Se va creando de un modo extraño no sólo un personaje sino un mundo con varios argumentos posibles.

¿Cuál es la experiencia con los concursos que salen mes con mes en su blog Las historias?

El año pasado se lanzó una antología con cuentos de Las Historias. Se reúnen los primeros 5 años de los concursos, ilustrados por alumnos de  la ENAP. Es una creación comunal, no colectiva: es una comunidad de escritores noveles que se reúnen en este foro virtual que son Las Historias.

¿De dónde surge la idea de Las Historias?

Yo quería enfocar una bitácora en cierta dirección y elegí algo que me interesa mucho que es la creación literaria, un blog relacionado con la creación, que incluye un concurso como estímulo creativo, ejercicios, nortes, consideraciones sobre la escritura, un cuento de muestra cada mes, una antología que voy armando, todo orientado a la gente que quiere escribir. No es proveer comentarios críticos, sino referirse al oficio de la escritura. Mi intención era ver qué tanto se podía mantener, se ha mantenido muy bien, con muchos lectores, y me parece que sí por lo menos llena o satisface esa necesidad de buscar estímulo creativo en los lectores.

El oficio de la escritura… ¿es un oficio devaluado, ya se ve más por Internet o cuál es la situación en que se encuentra ante el boom tecnológico?

Temo que está más devaluado. Las herramientas digitales puede crear cualquier tipo de público: sin exigencia alguna o buscando algo más enriquecedor que antes: por un lado porque se confunde la facilidad de publicación con la facilidad de trabajo. Se pueden encontrar cosas sin calidad, lo que sea, por malo que sea, con el botón de “me gusta” apretado…. Hay un público al que no le interesa la calidad, y es el mayoritario. Eso por un lado, por el otro, está lo mercalintizador, a muchos todavía no les interesa acentuar los aspectos del trabajo literario sino crear su propia imagen.

Quizá el oficio literario no es intrínsicamente admirable para alguien a quien no le interesan estas cosas. Para bien o para mal decidí que me gustan estas cosas, por eso mi bitácora.

¿Qué disfruta más: la interacción en Internet o los talleres en vivo y en directo?

Nada puede suplir a un buen grupo de taller, discusiones interesantes, que haya este ambiente muy particular de camaradería que no destruye la crítica. Al mismo tiempo crear y fortalecer lazos humanos nos hace falta. Lograr un progreso en lo que se trabaja. Muchos talleres son como pasarela de egos y no se trabaja o terapia de grupo donde cada persona recibe apapacho de todos los demás, y tampoco se trabaja. Que en un taller se trabaje, por lo que me cuentan, suele ser raro. Mi mayor inspiración es que se trabaje, eso es muy importante. Por otra parte la metáfora que me gusta para mi trabajo en línea es otra cosa: no siempre es una actividad tan facilitadora de lazos. Sí es una actividad creativa en otro sentido.

Antes de que existieran los museos había estas colecciones de objetos raros, extraños, en las cortes europeas, en las universidades, las llamaban gabinetes de curiosidades o más poéticamente cámaras de maravillas. Eran caóticas, sin orden ni propósito didáctico: eran las cosas hermosas, raras, las ponían ahí con la intención de causar asombro: un diamante, un mapa del mundo, qué sé yo. Cuando se crean los museos se deshecha la idea de la cámara de las maravillas. Pero resulta que esta práctica resulta en la Internet. Como la red es tan grande, tan vasta, tan caótica, y es imposible de cartografiar, resulta que no es posible trazar una guía total, se puede hacer un acopio de lo que llama la atención, una especie de cámara de maravillas. De cierta forma es lo que intento hacer yo en las redes sociales, particularmente en Twitter. Una persona que sigue este trayecto de publicaciones ve 1) lo que me interesa y 2) se puede encontrar con cosas que le pueden parecer interesantes. En todo lo que comparto existe la posibilidad de descubrimiento. Yo lo encuentro valioso en gente que hace algo similar. Lo valioso en la cámara de maravillas es algo que puede servir para trazar un camino en la red y al mismo tiempo proveer de otra posibilidad expresiva. Quien hace el acopio, la selección pone un poco de su personalidad en ello: es una forma de auto-retratarse. Es una experiencia gozosa. El ñenfasis está siempre en esta creación de información más general y supongo que eso ha llamado la atención de mucha gente: cerca de 45 000 seguidores en Twitter.

La pregunta obligada y de cliché ¿desde cuándo surgió su interés en la literatura?

Desde antes de aprender a leer. En casa de mi madre contaban muchos cuentos y perduró ese interés en mí aún después de la edad en la que se le leen a los libros. Tuve que aprender a leer para seguir alimentando ese interés. Había un librero con novelas, tratados de varios tipos, libros de divulgación, y todo lo leí. De ese contacto tan libre y tan abierto vino mi interés también por escribir. Estudié Letras y la Maestría en literatura comparada. Antes de empezar con eso ya estaba yo escribiendo. Mi primer libro salió cuando yo tenía 16 años. Estoy seguro de que no es un buen libro, pero desde entonces yo quería hacer esto.

Esto fue siempre lo que quise hacer. Hasta el momento he tenido la fortuna de haber hecho lo que he querido. Nunca he tenido que estar atado. He escrito de lo que he querido y bien o mal en mis propios términos. Es una satisfacción personal. Me parece que a veces se comete el error o se está en peligro de olvidar cierta parte del proceso de escribir: la parte personal, íntima, lo que uno descubre de sí mismo al tiempo que está escribiendo. Es algo que ahora se pierde. Yo sigo disfrutándolo y por eso soy afortunado.

No dejen de seguir a Alberto Chimal vía Twitter como @albertochimal y participen en esa Cámara de las maravillas que él va construyendo. También les recomiendo mucho el blog de Las Hitorias.

Esto fue Música y Letras al grito de Kya!

Por Vanessa Puga

 

Después de llevar más de un mes anunciándolo, el pasado sábado 10 de marzo, ocurrió finalmente, el tan esperado primer encuentro entre los que estamos detrás de esta pantalla y los que están frente a ella.

Previo al evento, se tenía al staff ensayando y preparando material de calidad, se planeaban sorpresas entre muchas risas y al fin, el sábado tuvimos la oportunidad de plantarnos frente a ustedes, queridos lectores, y compartir una velada de Literatura y Música.

Les confieso que el staff llegó varias horas antes de la hora citada para dar una última repasada a lo que representaríamos para ustedes, pues si bien habíamos anunciado que era una convencional lectura de cuentos, decidimos hacerla un poco teatralizada para que no fuera de flojera absoluta. Además, para sorprenderlos a todos, le pedimos a Antonio Briseño, lector y amigo de la revista (que además ganó el 3º lugar en nuestro concurso de cuento) que nos ayudara a darle más punch al evento.

A partir de las 7:00 p.m. los invitados empezaron a llegar y a ocupar una que otra mesa. Luz María Santana y Enrique Durán, cantante y guitarrista respectivamente, llegaron también a esa hora a montar su equipo: ellos serían el aderezo musical de la noche.

En menos de lo que puedo contárselos vimos como las mesas se fueron ocupando, hasta que llegó el punto en que era un poco difícil caminar entre una y otra ¡fue un lleno total! Con decirles que, felizmente para nosotros, nos faltaron sillas para que la gente se sentara.

Dimos la primera, la segunda y la tercera llamada y una servidora dio la bienvenida a todos los presentes. Confieso que la emoción me abrumaba y nunca le comenté al público que verían a todo el staff Kya mezclados entre los asistentes: Aidé y Bruno se deslizaban entre las mesas tomando fotos; grabando video (que en esta semana les compartiremos) estaba Paola, nuestra encargada de Relaciones Públicas; escuchando y echando porras estaban Adriana Cantoral, Erik Pérez… hasta teníamos a algunos ex miembros del staff con nosotros como Marcela Ventura y Alberto Ángeles.

LuzMa arrancó con la canción Esperaré para dar así entrada al cuento titulado Gabriel fue ahí donde comenzó la noche con una breve y dramática interrupción de Antonio para ir previniendo al público que nada sería plano en nuestro evento. Gabriel fue narrado por mí, acompañado de las voces de Rosario Loperena y Héctor Chávez. La segunda canción de la noche fue Smooth Operator, que dio entrada a La prisión, el juicio, cuento de Analy Zárraga. La autora, acompañada nuevamente por mí y por Rosario, dio voz femenina a la locura masculina. La siguiente intervención musical fue Lovefool, que dio paso a Héctor Chávez con su soliloquio El túnel.  Entró Carta Urgente para dar una entrada tranquila a un cuento duro e intenso de la pluma de Rosario: La llorona. De fondo musical, la canción del mismo nombre sonaba mientras las voces de Rosario, Héctor y Antonio tenían a la audiencia cautiva ante las imágenes que dibujaban en el lienzo de la imaginación. LuzMa nos regaló una bella interpretación de Pictures of my life, antes de que llegáramos al punto culmen de la noche: la lectura de Escape en teletransportador cuento de Mildred Pérez.

Mildred estaba presente, en una mesa con toda la porra oficial que la acompañaba para demostrarle el cariño y apoyo. Todos los miembros del staff Kya nos sentíamos emocionados por tan buena respuesta de parte de la ganadora del concurso y sus seres queridos. Nosotros, un poco nerviosos antes de iniciar lectura ¿le gustaría a Mildred nuestra interpretación?

Sin dar el título ni ningún aviso previo, alcé la voz lo más que pude, parada junto a la puerta de Casa Azul, y exclamé “Damián estaba viendo fotos del búnker de Marcos…” con lo que capté toda la atención del público. Héctor y Antonio dieron vida a Damián y Hugo, los personajes del cuento de Mildred. Nos sumergimos en la lectura hasta concluir con el tema de 2001: Odisea en el espacio que dio el cierre con broche de oro que merecía el cuento ganador.

Pero no concluyó ahí nuestro reconocimiento para Mildred: Carmen Banhart, nuestra ilustradora, llevó en papel albanene los dibujos que hizo ex profeso para el cuento de Mildred y entre aplausos se le hizo entrega a Mildred de estos dibujos.

Para cerrar la noche, sonó Right as rain en voz de LuzMa. La noche había sido un éxito rotundo y varias personas comentaron que esperaban la invitación a la siguiente velada. No sé decirles cuando será, pero les aseguro que por supuesto tendremos muchas más veladas así.

Todos los asistentes se llevaron los cinco cuentos impresos en sus programas, así como un sticker del logo de Kya, pero ante todo se llevaron un buen sabor de boca.

Nosotros, el staff Kya, queremos agradecerles a todos los asistentes por acompañarnos y hacer de la velada un éxito rotundo. También agradecemos infinito a Casa Azul por darnos el espacio; Luz María Santana y Enrique Durán, gracias por prestarnos su talento musical y a Gustavo Camarillo, de Echoes Producciones, por facilitarnos la creación de este evento. ¡Nos vemos en el que sigue!

Cómo enamorarse de un Dragón

Por Vanessa Puga

Para Emilia, que se obsesionó conmigo con estas notas

Para March, que quedó intrigada por nuestra obsesión

A mí las películas me cautivan de dos formas: con una buena historia o con un buen soundtrack. A veces me he encontrado películas cuyo soundtrack me embelesa, aunque la historia pase desapercibida. Otras me he encontrado con buenas historias, con música olvidable. Pero si la historia es buena y la música llama mi atención desde el primer instante, entonces me enamoro.

Confieso que han sido pocas las ocasiones en que me he enamorado de una película. Y generalmente cuando me ha ocurrido caigo por un rato en una obsesión musical atroz para mis vecinos y maravillosa para mí.

Soy fan del trabajo de Danny Elfman, por ejemplo, compositor de la música de “The nightmare befote Christmas” o “Corpse Bride”. Claro, ambas películas son musicales y las historias per se llevan en su naturaleza la música, a través de la cual los personajes expresan sus miedos, sus ilusiones o incluso narran sus historias:

Esas son historias que no pueden sobrevivir sin la música. Simplemente se caerían las escenas. Sin embargo los soundtracks son vitales para las películas, aunque no se trate de musicales. Tan es así que existe algo llamado “Hollywood Gala” en Viena donde hay orquestas que tocan los temas de varias películas. Un bello ejemplo de la fuerza de esto es éste:

Y es que piénselo: una película sin el acompañamiento musical pierde mucho de su fuerza. Esas escenas críticas, esas escenas llenas de dramatismo quedan sin duda muy planas al carecer de música. A mi parecer la labor que realizan los encargados de componer un soundtrack es una de las piezas claves para el éxito de una película.

Actualmente estoy enamorada, lo confieso, de un compositor que también es director y músico. Ustedes acaban de verlo dirigiendo la pieza de Harry Potter que les puse arriba. Su nombre es John Powell y llegó a mi corazón a través de un dragón llamado Chimuelo. Sí, John Powell, de origen inglés, es el compositor detrás del soundtrack de la película “Cómo entrenar a tu Dragón”. Si bien es una película animada de corte infantil, es una de las dos películas que me han enamorado por completo pues combina una historia que se me hizo tierna y con un bello mensaje con un soundtrack potente.

Viene otra confesión: tengo una gran debilidad por los violines y por los tambores. Es muy probable que por ello las 24 piezas que componen el repertorio musical de esta película de Dreamworks me haya conquistado. Recuerdo que desde la primera escena mis oídos se aguzaron a la música de fondo. No hay canciones que canten los personajes, empero la historia es perfectamente narrada por la música.

Escuchar el soundtrack sin ver la película es fascinante, pues tiene fuerza y coherencia, todo el disco va haciendo un recorrido que va emocionando al escucha hasta llegar a la pieza final, Coming back around que es un resumen precioso de los temas predominantes en todo el soundtrack. De hecho, esta pieza me enchina la piel al llegar al 1:30 min, y a partir del minuto dos me emociona por completo. O he escuchado ya más de 100 veces y sigue causando ese efecto en mí:

Escuchar el soundtrack después de haber visto la película es revivir cada instante de la misma. Toda la película lleva música en el fondo, y cada pieza fue perfectamente planeada por Powell para representar cada momento. Y aún así yo encuentro en este listado de piezas musicales la independencia necesaria para poder escuchar las piezas e inspirarse. De hecho, la pieza que lleva por título Forbidden Friendship es de las que más me gustan pues se me hace Música Divina: ese tipo de música que te habla sin palabras, que te llega al alma. La música que es claro ejemplo de que la música empieza donde el lenguaje termina:

Yo no sería capaz de realizar el trabajo que hacen los compositores. Si bien cuando escribo necesito música para inspirarme, me cuesta mucho trabajo imaginar tal cual cómo sonaría cierta escena en un cuento mío o un tema musical que describa a alguno de mis personajes. Y miren que lo he intentado en miles de ocasiones. Es por ello que no sólo respeto sino que admiro a los compositores. Más cuando los veo entregados en cuerpo y alma a sus piezas. La pasión es pieza clave en la música (y en la vida misma). Y hay compositores, como Powell, que destilan pasión en lo que hacen. ¿No me creen aún? Les dejo al mismo Powell dirigiendo en la Gala de Hollywood en Viena del año pasado la suite que se hizo para “Cómo entrenar a tu Dragón”. Si eso no es pasión, no sé lo que sea:

Por supuesto: recomiendo ampliamente que vean la película, pero más aún que se consigan el soundtrack. No se van a arrepentir.

Mariana Orozco y su Sibariana

Por Vanessa Puga con fotografías de Aidé Gutiérrez

 

“Debemos hacer las cosas ordinarias con un amor extraordinario”

Madre Teresa de Calcuta

Sonriente, a veces mal hablada, risueña y cálida: así es Mariana Orozco, gastrónoma mexicana apasionada con su país. Es una embajadora del sabor de México, aunque esto lo descubrió por accidente. Ella es la prueba fehaciente de que si bien podemos ser hábiles para muchas cosas, sólo las que verdaderamente nos apasionan nos brindan felicidad.

Para abrir con broche de oro la columna “Perfiles” invité a Mariana a mi casa a charlar respecto a lo que es su empresa, Sibariana, desde su concepción hasta lo que es a la fecha. Los invito a conocer a esta bella emprendedora mexicana.

¿Qué estudiaste?

Empecé estudiando Medicina. Mi madre es médico y toda la vida supe que yo iba a serlo también: Santa Claus me traía juegos de enfermera, de doctor y de Química Mi Alegría. Entré a la licenciatura y era muy buena, de hecho era el mejor promedio de la generación. Pero no era feliz. En realidad lo odiaba. Todo me lo sabía, si crecí en ese ambiente. Pero era muy infeliz. No era lo mío.  En las vacaciones entre un año y el otro me fui a España con una amiga. Ella quería que fuéramos a ver un hospital y en el camino vi una chocolatería. Le dije que me esperara y entré. Cuando vi las cosas que había ahí dentro supe que eso era la sublimación de lo que a uno le gusta hecho arte. El dueño de ese lugar de verdad ponía amor en su trabajo. Fue una epifanía. Regresé a México decidida a dejar Medicina y estudiar Gastronomía.

 

Actualmente tienes tu marca, Sibariana, ¿cómo surge esa idea?

Mi mejor amiga no sabe cocinar. Hay mucha gente como ella que de plano no pueden prepararse nada por muy sencillo que parezca. La idea de Sibariana es ofrecer productos que faciliten al consumidor el guisar. Son productos sencillos y a la vez gourmet, artesanales porque todo lo hago yo. Soy muy quisquillosa con mi producción.  Decidí que fueran con productos mexicanos y apoyar a los productores. Procuro ser coherente y desde las fresas para la mermelada hasta la bolsa para entregar se las compro directamente a proveedores que son artesanos de lo que hacen. Regresando de Nueva York en agosto del año pasado decidí que sí, que esta idea, esta línea de trabajo era lo mío y en noviembre la eché a andar, con su sitio web y su Twitter.

¿Qué productos tiene tu línea? ¿Son caros?

Sí, son un poco más costosos que algo de marca genérica, pero tienen altísima calidad y lo valen: tienen que ser sustentables para los productores a los que les compro. Pero cada producto de Sibariana es único, hecho a mano. Actualmente tengo 5 aceites, 5 vinagres, 4 mermeladas, 4 sales, 4 chutneys y 4 azúcares. Todo es combinable entre sí: es un mundo infinito al que quiero que la gente tenga acceso. Soy fan de las hierbas y las especias así que todo lo que hago lleva una hierba o una especia. Además, la línea va rotando acorde a la temporada: aproximadamente cada 3 meses tengo sabores nuevos.

¿Por qué esta intención tan marcada de resaltar lo mexicano?

Confieso que al estudiar Gastronomía al principio caí en el típico malinchismo: voltear y ver que todo lo bueno estaba en Europa. He tenido la fortuna de viajar bastante: aprovechando que amigos míos estaban de intercambio en otros países me iba a visitarlos. Pero una vez estando ahí yo no dejaba de hablar de México. Incluso me llevaba chiles y especias en la maleta. Hasta que un día alguien me dijo “es que eres embajadora de tu país”. Y sí, lo era. Amo mi país y me encanta todo lo que hay en él. Y decidí que quería apoyarlo, promoverlo. Y apoyar a los pequeños productores. Es terrible que las grandes cadenas comerciales compren una tonelada de naranja en $200. Y luego venden los kilos mucho más caros. Así que no hay intermediarios entre los productores y yo: yo me puse a viajar por la república para conseguir mis proveedores. Les pago lo justo por su trabajo. Así voy poniendo mi granito de arena.

Veo que son muy originales en su empaque, muy limpios ¿qué tan naturales son tus productos?

No uso colorantes ni conservadores. Ni siquiera uso azúcar refinada. Busco que sea lo más natural y sano posible. Los años de Medicina me ayudan a respaldar lo que cocino. Y me gusta que se vean mis productos: consigo fresas pequeñas para que se noten en enfrasco de mermelada, le dejo las semillas de la guayaba a la mermelada de guayaba. Es decir, si Dios le puso tanta semilla a la guayaba ¿Cómo por qué se la voy a quitar yo?

Aparte de Sibariana, ¿hay algo más que hagas?

Tengo mi servicio de banquetes y doy clases de cocina a pequeños grupos, de 5 a 8 personas. Soy muy inquieta.

¿Te consideras una artista?

No, no soy artista. Lo mío es el sabor. Mi mermelada tal vez no sea estética, pero seguro sabe muy bien.

¿Eres afortunada?

¿La verdad? No se puede vivir de esto, no al menudeo, pero no lo haré al mayoreo porque pierde lo artesanal. No me quejo, me encanta. Encontré lo que me gusta hacer y eso es algo para estar agradecida.

 

Mariana es un ejemplo de los emprendedores que necesita México, con pequeños productos, aportando su granito de arena para mejorar las condiciones de nuestra economía, pues si bien su target es gente que puede darse un delicioso lujo, con ello apoya a los pequeños productores que suelen malbaratar sus productos ante los malos precios de las grandes cadenas de supermercados.  Ante todo, Mariana hace lo que hace con pasión. No puedo decir que sea una “pequeña emprendedora” pues el trabajo que realiza es grande ¡y lo hace ella sola!

Pueden revisar sus productos en http://www.sibariana.com/

Perfil:

 

Nombre: Mariana Orozco Espinosa

Edad: 27 años

Signo: Piscis

Profesión: Gastrónoma

Escuela: Universidad Anáhuac del Sur

Twitter: @marianittaoe

10 minutos

Por Vanessa Puga

En 10 minutos intenta volar, recorriendo el mapa ya conocido y recorrido. Pero el objetivo ahora es llegar contra reloj. 10 minutos. ¿Habrá aprendido? Conoce el terreno, explorado, entrañable, caminado de ida y vuelta, de regreso, volvamos a empezar. No es igual. Cambia. Si es de día. O si es de noche. Bajo la lluvia. Con calor, con frío. Ya todo lo ha visto. Y al mismo tiempo nada sabe. Ya maneja perfectamente lo que llama suyo y al mismo tiempo le sigue sorprendiendo. Pero ahora es recorrerlo en 10 minutos. Con calma de maestro, con ansia de hombre, con apremio del tiempo. Traza el camino y va sobre de él. 10 minutos y hay una explosión. 10 minutos para llegar y mañana volver a empezar…

Noche Lluviosa

Por Vanessa Puga

La lluvia se va fundiendo con la piel blanca, poco a poco. Cada gota fría va resbalando suavemente por las curvas discretas de algodón. En la oscuridad del terciopelo negro que es el manto nocturno cargado de nubes de tormenta, la pareja está a buen resguardo. Las manos de él son hielos que van esculpiendo un cuerpo femenino con agua, agua que cae por hilos de cabello, agua que resbala por labios de cereza, agua que dibuja las montañas y los valles. Esta noche es la lluvia la protagonista, es ella la que traza el ritmo y la cadencia, la pasión y la ternura. La lluvia dibuja los dos cuerpos ocultos en el refugio de la noche tormentosa. Cuando nadie quiere salir, ellos están afuera, bebiendo besos de lluvia veraniega, percibiendo la humedad de los cuerpos, de la piel perlada de forma sutil. El frío sólo sirve para aumentar un poco más la temperatura, para querer estar más cerca, para no soltar el abrazo que los mantiene fundidos, amantes prófugos. Y sólo cuando la ropa no puede guardar más lluvia, cuando la pared ya no es buen apoyo, sólo entonces huyen de la intemperie para refugiarse en el cobijo de la desnudez bajo las sábanas en una noche que se resbala como agua entre los dedos, como lluvia en el cristal de la ventana, mudo testigo del amor de la pareja y sus atrevimientos nocturnos.

Por el polvo de sus bibliotecas los conoceréis, ¿o no?

Por Vanessa Puga

 

“Por el grosor del polvo en los libros de una biblioteca pública puede medirse la cultura de un pueblo.”

John Ernst Steinback

Sí, sí, todos en shock porque el querido candidote (que no lo mismo que candidato) a la presidencia por parte del PRI, Enrique Peña Nieto, metió no una sino las dos patas en la FIL de Guadalajara al no poder nombrar tres libros que hubieran marcado su vida, lo cual ha dado de qué hablar a todos los mexicanos en las redes sociales. Podría mencionar el fenómeno que fue al convertirse en MEME y pasar desde burlas a un trending topic en Twitter que mágicamente desapareció (#LibreríaPeñaNieto) o el video en que Hitler despotrica (con unos subtítulos carentes de ortografía, dignos de ser pasados por las armas de las editoras en Kya) y una bella galería de imágenes “publicitarias” de la librería Gandhi (apócrifas, por supuesto).

También podríamos hablar de la reacción ante el desliz de Paulina Peña, hija del presidenciable, al retuitear a su novio llamando “prole” y “pendejos” a los que criticaban a su padre. Pero para hablar del fenómeno y la consternación real y de fondo que ello provoca ya se nos adelantó el filósofo Héctor Zagal con su “Carta a Paulina Peña Pretelini

Sin embargo mi consternación ante el evento va más allá de lo que las redes sociales han mencionado. Dice Juan Villoro, “en los países que no leen, los libros adquieren insólito prestigio; son como talismanes que otorgan un poder desconocido. El caso de Enrique Peña Nieto así lo muestra.” Hace poco me decía uno de los hombres más inteligentes que conozco que él lee poco pues en lo que va del año no ha leído más de 7 libros. Si consideramos que el promedio en México es de un libro por año, él ya se echó lo que correspondía a 7 mexicanos, lo cual es bastante.

Todo el mundo se ha indignado de que Peña Nieto no lee (o de que su equipo no tuvo el tino de darle unas tarjetitas con nombres de libros para salir bien parado en la FIL) y hasta salieron hashtags en Twitter del tipo #3Librosquetehanmarcado. Si bien como cibernauta me he entretenido con estos temas, como bibliófila me he indignado ante varias preguntas. ¿Tres libros que hayan marcado mi vida? ¿en qué momento? Un lector asiduo no puede contestar esa pregunta tan fácilmente: cada libro habla distinto dependiendo de mil factores alrededor de uno: estado emocional, edad, situación familiar, etcétera. Yo misma solía decir que no le encontraba sentido a tener una biblioteca que contuviera libros no literarios: ¿filosofía, ciencia, tratados de sociología? ¿para qué? ¡Claro! Era muy chica cuando dije semejante aberración. Cada momento de mi vida ha sido marcado por uno u otro libro. Además ¿en serio leer mucho te hace culto? ¿leer mucho te hace mejor persona?

El grave problema que tenemos en México es que muchos leen como acción, pero sin reacción. Me explico: los estudiantes (en la teoría, claro) deben leer bastante antes de concluir los estudios. Pensemos en un alumno universitario ¿cuántos libros en total debe leer completos (con o sin “cultura Xerox[1]” de por medio) antes de terminar una licenciatura? ¿y cuántos de esos libros realmente guarda en su memoria, así sea una frase? Leer, el acto de pasar los ojos por sobre las letras, uniéndolas en el cerebro en palabras y frases y dándoles sentido, cualquiera a quien se le haya enseñado lo hace. LEER como acto de reflexión, no cualquiera. En algún lugar leí que analfabeto no es quien no lee, sino quien no lleva a su vida diaria lo que lee. ¿Ustedes cómo procesan, con qué se comen las letras que leen día con día? ¿reflexionan sobre lo que leen o ya es un acto mecánico que no conlleva ningún tipo de reacción? Cuando no les gusta un texto, ¿simplemente se quedan en un “no me gustó” o pueden expresar las razones del por qué, los argumentos para validar el que no les agraden las ideas planteadas por el autor? ¿llegan a comentar sus lecturas con las personas que los rodean?

La crítica, como acto reflejo de la sociedad, como burla, ironía y despliegue de la picardía mexicana ha estado a la orden del día, pero ¿y la reflexión a conciencia?

Les pongo un ejemplo. México tuvo un presidente muy leído. Un presidente que era profesor de filosofía del Derecho, que recitaba a Heidegger y Hegel e incluso a Ovidio (en latín) sin trastabillar siquiera. Un presidente que escribió varios libros y que era, sin duda, gente de letras. También fue quien tuvo frases muy célebres como: “No pago para que me peguen” cuando le retiró los contratos de publicidad de Gobernación a la revista Proceso; “José Ramón es mi primogénito y el orgullo de mi nepotismo” al darle a su hijo el nombramiento de secretario de cierta dependencia de Gobierno y cómo olvidar (con ésta seguro adivinan de quién hablo) el tan sonado “Defenderé al peso como un perro”.

En efecto, López Portillo sí leía y no dudo en que reflexionara y procesara a conciencia –que no es lo mismo que “con” conciencia— las palabras que hilvanaban sus ojos. Sin embargo, eso no devino en un mejor gobierno para México. La cantidad de libros engullidos no desemboca forzosamente en la calidad de la persona que los haya devorado. No por mucho leer te haces mejor o peor persona. Decía Miguel de Unamuno, “entre más se lee, más daño hace lo que se lee”, yo creo que el daño viene de no leer reflexionando, no llevar a nuestro día a día lo que vemos. Recuerden que mirar no es lo mismo que observar. ¿Ustedes observan cuando leen?

Con todo esto intento decir que si bien fue un gran desliz el de Peña Nieto es sólo la punta de un iceberg de falta de lectura y reflexión crítica por parte del pueblo mexicano. Brincar y atacar es fácil; procesar, criticar y proponer es difícil. Como todo en esta vida, hablamos de algo multifactorial: la educación en casa, en la escuela, la sociedad de “castas” que rige nuestro país (y si no me creen, que Paulina Peña nos sirva de prueba física A) aunado a mil detalles más deviene en un país inculto y ante todo cero lector. Una sociedad criticona, mas no crítica. Una sociedad reaccionaria mas no proactiva. Debemos iniciar cambios pequeños desde nuestras trincheras. Como dijera un filósofo amigo mío “ser granitos de arena” para ir creando una sociedad que avance. De otro modo, por más libros que les embutan a los políticos mexicanos (o a los estudiantes, para el caso) seguirá siendo cierto aquello de que “la mona aunque se vista de seda…”


[1] Dícese del arte de sacar fotocopias en vez de comprar los libros que piden los maestros, ya sea por economía o porque sólo se necesitan tal o cual capítulo de dicho libro.

Martes con mi viejo profesor


Por Vanessa Puga

¿Cuáles son las lecciones verdaderamente durables en la memoria de los seres humanos? ¿De verdad tenemos que estar cerca de la muerte para cambiar el rumbo de nuestras vidas?

Mitch Albom contesta a éstas y otras preguntas en su libro autobiográfico Martes con mi viejo profesor, libro singular en el que narra su re-encuentro con su profesor consentido de la Universidad, tras 16 años de no verlo. El encuentro, por demás singular pues el azar es el encargado de volver a cruzar sus caminos, se da cuando el buen Morrie, ese profesor bailarín y animado que daba Sociología en la Universidad, enferma. Una enfermedad de las que nadie quiere: esas sentencias de muerte lenta y dolorosa, pero segura.

A partir del primer re-encuentro, el periodista de deportes adicto al trabajo que era Mitch se re-encuentra con su humanidad, sus dudas, sus sueños, al platicar cada martes con Morrie. Morrie, sin intentar ser un santo ni un profeta, narra desde su perspectiva lo que los humanos vivimos, con la reflexión inherente ante la inminente llegada de la muerte.

Es un libro que, sin rayar en lo melosamente cursi, deja muchas reflexiones al lector. Valioso para todos los que gusten de reflexionar respecto al rumbo que le están dando a su vida, sin ser un libro de autoayuda ni una oda enaltecida a un muerto.

Martes con mi viejo profesor

Mitch Albom

Editorial Océano exprés Maeva