Por Vanessa Puga
Alberto Chimal es un escritor mexicano con mucha actividad en Twitter. Es de los pocos autores (al menos que haya encontrado yo) que sí creen en la idea de la comunicación horizontal que promueven las redes sociales, es decir, los grandes ídolos bajan del pedestal en que están e interactúan con los usuarios, contestando a sus comentarios, dudas, y demás. De hecho, él cuenta con una bitácora llamada Las Historias donde realiza un concurso de creación literaria una vez al mes, promoviendo la creatividad entre sus lectores.
Fue, igual, gracias a Twitter, que nos pusimos en contacto. Un sábado nos lanzamos Aidé y yo, armadas con nuestras respectivas herramientas (cámara de fotos ella, mi teléfono para grabar audio, papel y pluma para tomar notas) , a la cafetería de la Librería del Fondo ce Cultura Económica Rosario Castellanos para verlo y charlar con él, de redes sociales, su más reciente libro El viajero del tiempo surgido en Twitter, y lo que es importante para él como escritor en un mundo donde la pantalla de la computadora parece ser lo más vital para muchos.
Como usuario de las redes sociales, ¿qué opina de los grandes autores que siguen usándolas para la comunicación vertical, que no se bajan de su pedestal?
Me parece que es un desperdicio de las posibilidades de la redes. Entiendo ese comportamiento sobre todo en cierto tipo de personas, en aquéllas que deben su prestigio o su fama a los medios, que son en general las grandes celebridades de las redes sociales, que demuestran que esta época sigue pesando la televisión. Una cuenta cualquiera de una celebridad puede tener 2 tweets y tener un millón de seguidores de un día para otro porque lo que cuenta es la fama. Estas personas mantienen la adoración del líder o del rebaño. Ciertos individuos tienen mayor admiración de seguidores manteniéndose aislados y manteniendo una relación aislada de quienes lo veneran y que de alguna manera incrementan ciertos aspectos de la adoración con esa distancia.
Lo entiendo pero me parece un desperdicio de los recursos al alcance de cualquiera en Internet. Me parecen más admirables quienes dentro de la propia red se construyen una reputación. En algunos casos no es muy interesante. A veces son voces totalmente insustanciables, cosas que se leen por una especia de entretenimiento inmediato como el que daría una celebridad en la tv, se leen por las mismas razones pero por otros medios. Lo que me gusta es no repetir lo que ya se sabe. Se me hace muchísimo más valioso.
El Viajero del Tiempo es un libro creado a partir de las redes sociales ¿cómo fue la recopilación?
Costó como un año de trabajo. No e smuy distinto de escribir un libro cualquiera: re-leer corregir, la restricción fundamental que ofrece una herramienta como ésta es el tamaño. Pero esa misma restricción es similar a la que han tenido autores de otros gñeneros, como los sonetos, haikus, cualquier clase de forma fija. Se enfrenta a los mismos problemas: cómo evitar que la escritura pre-establecida sea una traba sino una estímulo creativo.
Hay un prejuicio en contra de las herramientas digitales qwue creo que viene de cierto elitismo: como todo mundo tiene acceso a ello, no puede tener nada bueno. Da pie a un fenómeno muy curioso: cuando algún medio llega a meterse con redes sociales o herramientas digitales, lo más destacado es la obra de gente ya consagrada o conocida fuera del medio sin importar el mérito que realmente tengan en Internet, lo cual me parece una forma de no saberlo aprovechar o entender.
Conaculta impulsó mucho lo digital el año pasado, incluyendo el Simposio del Libro Electrónico y el Seminario de Nuevas Rutas para el Periodismo Cultural Digital ¿se cayó en esa crítica continúa o desprecio a las nuevas tecnologías?
El simposio tuvo sus pros y sus contras, Sí se abordó el presente del libro electrónico desde una perspectiva más abierta. Algunos exponentes fueron decepcionantes “no me gusta el e-book, sólo el impreso” y ya. Algunos sólo hablaron de procesos mercantiles y no mucho más. Aunque sí hubo quien intentó involucrarse en las herramientas digitales en sí, eso sí fue interesante.
Posdata, la editorial que editó El Viajero del Tiempo es una pequeña editorial de Monterrey ¿está ligada a Conaculta? ¿por qué el libro con ellos y no con una de las grandes casas editoriales?
Ellos me invitaron. Me dijeron que estaban haciendo una colección de minificción, es la primera en México. Me pareció un proyecto interesante. No tan estrecho como 140 caracteres, el otro libro que inaugura tiene relatos de hasta una página. No todo es tan breve, pueden ser página y media, dos páginas y aún tienen este carácter insinuante de la minificción. Los límites siempre son difíciles de establecer en cualquier género. No todo se acaba de concretar en la lectura, ciertas pistas quedan plantadas en la cabeza del lector y concluyen después: es una semilla que germina o una bomba que explota. Se puede hacer en 140 caracteres o un poco más extenso.
Muchas de estas colecciones independientes son la única vía para que ciertos textos lleguen a un público. Si yo hubiese ido a una editorial grande me hubieran cerrado la puerta en la cara porque estos textos no cuadran con la idea de ciertas editoriales.
Claro que sin la invitación de Posdata hubiera buscado el publicarlo por otro lado. En esta época algo de lo que está cambiando con la narrativa actual es que esa imagen tradicional del escritor como artista se empieza a deteriorar. Ya hay gente que predica el ser creador de contenidos para difusión. Hay quienes ven qué vende (tamaño, extensión, capítulos) para obtener beneficio económico. Se está tendiendo a este modelo de la industria estadounidense (aunque la mexicana no lo puede soñar todavía). No necesariamente tenemos que irnos todos a la misma dirección, incluso en un medio tan raquítico como el nuestro, acercarse a los lectores con cosas como éstas que de alguna manera propongan una experiencia distinta, o que no es la que se espera. Ni siquiera significa que este libro esté pensado para una élite, creo que el esfuerzo que implica la hechura de este libro también implica la creación de cierts características que requieren una lectura más rigurosa y más atenta, al mismo tiempo que puede ser disfrutado por un lector de los de a pie, a veces ciertos colegas los desprecian. A mí me gusta que ambos puedan disfrutar un libro como éste.
La opinión dominante antes era la de Octavio Paz: “la crítica que de veras cuenta es la del intelectual”; a mi parece que se pueden tener las dos cosas: un texto con un nivel simple de lectura simple, visceral, y otra lectura más profunda.
Cuando se pone a escribir, ¿lo hace con algún tipo de lector en mente?
Creo que me propongo escritura… sin un lector particular, estoy tratando de hacer un texto que a mí me gustara leer. Estoy tratando de hacer una serie de textos que de alguna manera puedan dejarse leer de maneras diferentes. Hasta ahí llega lo que deseo plantearme, que en cierto modo no es poco. Me parece que tratar de lograr ambas cosas a la vez no es poco.
¿Qué se siente ver tweets como “El viajero del tiempo ya estuvo en la presentación del libro y sabe que fue un rotundo éxito”?
¡Eso estuvo muy bueno! Me hizo muy feliz: la gente está haciendo suyo a este personaje. Se va creando de un modo extraño no sólo un personaje sino un mundo con varios argumentos posibles.
¿Cuál es la experiencia con los concursos que salen mes con mes en su blog Las historias?
El año pasado se lanzó una antología con cuentos de Las Historias. Se reúnen los primeros 5 años de los concursos, ilustrados por alumnos de la ENAP. Es una creación comunal, no colectiva: es una comunidad de escritores noveles que se reúnen en este foro virtual que son Las Historias.
¿De dónde surge la idea de Las Historias?
Yo quería enfocar una bitácora en cierta dirección y elegí algo que me interesa mucho que es la creación literaria, un blog relacionado con la creación, que incluye un concurso como estímulo creativo, ejercicios, nortes, consideraciones sobre la escritura, un cuento de muestra cada mes, una antología que voy armando, todo orientado a la gente que quiere escribir. No es proveer comentarios críticos, sino referirse al oficio de la escritura. Mi intención era ver qué tanto se podía mantener, se ha mantenido muy bien, con muchos lectores, y me parece que sí por lo menos llena o satisface esa necesidad de buscar estímulo creativo en los lectores.
El oficio de la escritura… ¿es un oficio devaluado, ya se ve más por Internet o cuál es la situación en que se encuentra ante el boom tecnológico?
Temo que está más devaluado. Las herramientas digitales puede crear cualquier tipo de público: sin exigencia alguna o buscando algo más enriquecedor que antes: por un lado porque se confunde la facilidad de publicación con la facilidad de trabajo. Se pueden encontrar cosas sin calidad, lo que sea, por malo que sea, con el botón de “me gusta” apretado…. Hay un público al que no le interesa la calidad, y es el mayoritario. Eso por un lado, por el otro, está lo mercalintizador, a muchos todavía no les interesa acentuar los aspectos del trabajo literario sino crear su propia imagen.
Quizá el oficio literario no es intrínsicamente admirable para alguien a quien no le interesan estas cosas. Para bien o para mal decidí que me gustan estas cosas, por eso mi bitácora.
¿Qué disfruta más: la interacción en Internet o los talleres en vivo y en directo?
Nada puede suplir a un buen grupo de taller, discusiones interesantes, que haya este ambiente muy particular de camaradería que no destruye la crítica. Al mismo tiempo crear y fortalecer lazos humanos nos hace falta. Lograr un progreso en lo que se trabaja. Muchos talleres son como pasarela de egos y no se trabaja o terapia de grupo donde cada persona recibe apapacho de todos los demás, y tampoco se trabaja. Que en un taller se trabaje, por lo que me cuentan, suele ser raro. Mi mayor inspiración es que se trabaje, eso es muy importante. Por otra parte la metáfora que me gusta para mi trabajo en línea es otra cosa: no siempre es una actividad tan facilitadora de lazos. Sí es una actividad creativa en otro sentido.
Antes de que existieran los museos había estas colecciones de objetos raros, extraños, en las cortes europeas, en las universidades, las llamaban gabinetes de curiosidades o más poéticamente cámaras de maravillas. Eran caóticas, sin orden ni propósito didáctico: eran las cosas hermosas, raras, las ponían ahí con la intención de causar asombro: un diamante, un mapa del mundo, qué sé yo. Cuando se crean los museos se deshecha la idea de la cámara de las maravillas. Pero resulta que esta práctica resulta en la Internet. Como la red es tan grande, tan vasta, tan caótica, y es imposible de cartografiar, resulta que no es posible trazar una guía total, se puede hacer un acopio de lo que llama la atención, una especie de cámara de maravillas. De cierta forma es lo que intento hacer yo en las redes sociales, particularmente en Twitter. Una persona que sigue este trayecto de publicaciones ve 1) lo que me interesa y 2) se puede encontrar con cosas que le pueden parecer interesantes. En todo lo que comparto existe la posibilidad de descubrimiento. Yo lo encuentro valioso en gente que hace algo similar. Lo valioso en la cámara de maravillas es algo que puede servir para trazar un camino en la red y al mismo tiempo proveer de otra posibilidad expresiva. Quien hace el acopio, la selección pone un poco de su personalidad en ello: es una forma de auto-retratarse. Es una experiencia gozosa. El ñenfasis está siempre en esta creación de información más general y supongo que eso ha llamado la atención de mucha gente: cerca de 45 000 seguidores en Twitter.
La pregunta obligada y de cliché ¿desde cuándo surgió su interés en la literatura?
Desde antes de aprender a leer. En casa de mi madre contaban muchos cuentos y perduró ese interés en mí aún después de la edad en la que se le leen a los libros. Tuve que aprender a leer para seguir alimentando ese interés. Había un librero con novelas, tratados de varios tipos, libros de divulgación, y todo lo leí. De ese contacto tan libre y tan abierto vino mi interés también por escribir. Estudié Letras y la Maestría en literatura comparada. Antes de empezar con eso ya estaba yo escribiendo. Mi primer libro salió cuando yo tenía 16 años. Estoy seguro de que no es un buen libro, pero desde entonces yo quería hacer esto.
Esto fue siempre lo que quise hacer. Hasta el momento he tenido la fortuna de haber hecho lo que he querido. Nunca he tenido que estar atado. He escrito de lo que he querido y bien o mal en mis propios términos. Es una satisfacción personal. Me parece que a veces se comete el error o se está en peligro de olvidar cierta parte del proceso de escribir: la parte personal, íntima, lo que uno descubre de sí mismo al tiempo que está escribiendo. Es algo que ahora se pierde. Yo sigo disfrutándolo y por eso soy afortunado.
No dejen de seguir a Alberto Chimal vía Twitter como @albertochimal y participen en esa Cámara de las maravillas que él va construyendo. También les recomiendo mucho el blog de Las Hitorias.