La espiral de la vida

Nostalgia de la Tierra

Pero el hombre está, vive sobre la tierra. En ciertas épocas se olvida de ello, quiere olvidar esta condición inexorable de su existencia; estar sobre la tierra en tratos con el mundo sensible del que no puede evadirse… Cuando todo ha fallado, cuando todas aquellas realidades firmes que sostenían su vida, han sido disueltas en su conciencia, se han convertido en “estados del alma”, la nostalgia de la tierra le avisa de que aún existe algo que no se niega a sostenerlo.

María Zambrano

Por José Daniel Guerrero Gálvez (Oquitzin Azcatl)

Hace algunos días, terminaron las celebraciones de fin de año. A la muerte del viejo año nace uno nuevo que implica, además de buenos deseos, la idea de comenzar de nuevo. Ante todo, esto es algo difícil sino es que imposible, pues el camino recorrido a lo largo de una vida no puede desecharse tan fácilmente; pero como metáfora es un recurso muy importante, pues nos reactiva, nos impulsa a realizar nuevos proyectos.

A este proceso de repetición que cada año se realiza se le conoce comúnmente como ciclo o ciclos, palabra que el diccionario  define con varias acepciones  que hacen referencia a repeticiones y periodos de tiempo sobre algo o alguien. La idea de repetición es lo que inquieta. Cada fin de año, no hay ser humano que no piense en una planeación de las cosas que hará el próximo año, objetivos que  muchas veces no llegan a concretarse y se posponen para el siguiente periodo. “Siempre se puede comenzar de nuevo”, se dice.

Esta idea de comenzar de nuevo nace de considerar que la vida es un ciclo, una serie de etapas que se repetirán en algún momento. No hay razón para dudarlo. El ciclo del agua, las estaciones, el movimiento de la Tierra en su órbita y en su mismo eje, el movimiento galáctico, son algunos ejemplos.

Pero si se considera con mayor atención, el ciclo de la vida en cualquiera de sus facetas no es realmente un ciclo, más bien es una espiral, una sucesión creciente de acontecimientos. La prueba se encuentra en la Teoría de la Evolución de Charles Darwin (1958) pero también en el propio libro que Dios escribió: la Naturaleza.

Al fin y a cabo, “en el principio Dios crió [sic] los cielos, y la tierra” (Génesis 1:1, Cipriano de Valera, 1602). Sin contraponer las teorías del creacionismo y la selección natural se puede afirmar que ambas muestran no un ciclo sino una espiral, ya que de otra forma no se puede explicar a lo largo de toda la historia natural de la Tierra aspectos como la adaptación, la coevolución, la especiación y la extinción.

El desarrollo del ser humano no sólo es biológico, también es social. La dinámica en este aspecto ha sido diferente  a la de  otras especies, se ha acelerado debido a las características biológicas y psicológicas del ser humano colocándolo como la especie pensante de este planeta y como consecuencia, transformador de su entorno. Desde su origen filogenético, el ser humano obedece las leyes de la naturaleza en una espiral con una distancia entre vueltas muy reducida, constante y por lo tanto lenta.

Pero desde la dinámica social, esta espiral toma un ritmo acelerado en donde la tecnología juega un papel crucial, principalmente desde 1770 con el advenimiento de la Primera Revolución Industrial (Corona Treviño, 2004, p. 19). Esta espiral social no es constante y su aceleración implica que se convierta en logarítmicamente peligrosa desde muchas perspectivas.

Antes del advenimiento de La Revolución Industrial, la vida social del ser humano no tenía muchos cambios y podría en cierta manera llevar un paralelo con su propio desarrollo biológico; en pocas palabras, la vida era más lenta. Posteriormente, en el Siglo XVI, la vida del ser humano aún no tendría un vertiginoso cambio, sino hasta el Siglo XIX, cuando se desarrolla el sustento teórico que sostendría de manera importante la rama de la electrónica en el inicio del Siglo XX y con ella, a mediados de éste, el veloz desarrollo de las ahora denominadas tecnologías de información y comunicación.

Es decir, antes el ser humano podía pasar generaciones  sin vivir cambios muy drásticos. En la actualidad, una sola generación experimenta múltiples cambios tan radicales que le producen desconcierto y resistencia. La espiral social comienza a tener más distancias entre sus vueltas y una creciente desarmonización con la correspondiente  espiral biológica.

Se preguntará, estimado lector ¿y eso en qué afecta mi vida? En mucho. Para empezar, en nuestros tiempos la relación que tiene el ser humano con las instituciones educativas es para toda la vida; si antes bastaba con asistir a la escuela hasta un nivel primario o secundario y posteriormente aprender un oficio, en la actualidad la necesidad de constante capacitación y también de formación se mantienen vigentes hasta el final de la vida (UNESCO, 2000) buscando que el hombre sea capaz de adaptarse de manera rápida y eficiente a las nuevas situaciones que la misma dinámica social dicta basada principalmente en el desarrollo tecnológico.

Esto trae consigo un problema profundo, pues la velocidad implica que se pierdan detalles, empujando al ser humano al presentismo y al  individualismo. No hay tiempo para nada y la urgencia se hace patente en las relaciones sociales, incluyendo las familiares, muchas veces supeditadas a las exigencias del tiempo y sustituidas por el consumismo derivado de la perspectiva exclusivamente económica de nuestro mundo (Lipovetsky, 2000).

Pero estas situaciones no son culpa de la tecnología, hay que recordar que son objetos inanimados y quien las usa es el ser humano. Nuestra biología implica que tenemos que desarrollar tecnología, es decir, herramientas que permitan afrontar a la naturaleza. Sin la tecnología, el ser humano estaría en desventaja al lado de otras especies animales. Es la forma  y las intenciones de usarla  las que determinan la relación que se tiene con estas herramientas, una relación que pronto volverá acelerar (pero ahora modificando) la espiral biológica por medio de la ciencia genómica utilizando los fundamentos de la nanotecnología, la bioingeniería, la inteligencia artificial y la bioinformática.

El vertiginoso cambio que se vive actualmente deriva no sólo hacia las relaciones sociales y naturales del ser humano, afecta también sus aspectos fundantes manifestados en la cultura. Los valores también han sido modificados, ya no son absolutos, ni tampoco intangibles (ibídem), se han convertido en cosas que pueden ser opcionales y hasta compradas como ocurre con el consumismo y la corrupción.

Tan rápida es la espiral que no permite detenerse a la reflexión, esto produce y así se observa, problemas muy serios en todos los niveles de la vida del humano. Algunos de ellos se encuentran  en la descomposición social manifestada por la pobreza, la corrupción, la inequidad, la injusticia, la discriminación, la guerra; en enfermedades psicológicas como el estrés, la bulimia, la anorexia, la compulsión al trabajo, la depresión; enfermedades físicas como la obesidad, los problemas del corazón, embolias, parálisis faciales; en la ecología con los cambios climáticos, la falta de agua, la lucha por la tierra, la contaminación, el agotamiento de recursos naturales…

Posiblemente, hasta este momento considere de manera categórica estimado lector, que el argumento ofrecido no es optimista y así es; no es la intención ser optimista, más bien se trata de ser realista, mediante la observación de los hechos para así invitarlo a reflexionar todos los días sobre nuestra posición como raza pensante y sobre la responsabilidad que tenemos en el pequeño espacio y tiempo que nos ha tocado vivir. Ya sea desde ajustar nuestras espirales de vida y armonizarlas o desde la perspectiva de lo sagrado y religioso en la transición de dos eras: Piscis la que termina y Acuario la que comienza. No importa que punto de vista se tome, la responsabilidad es nuestra.

Bibliografía

  • Cipriano de Valera (1602). La Biblia:  los Sacros Libros del Viejo y Nuevo Testamento. Suiza: Universidad de Lausanne.
  • Corona Treviño, L. (2004). La tecnología, Siglos XVI al XX. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Oceano.
  • Darwin, C. (1958). On the origin of species by means of natural selection. USA, North Carolina: Hayes Barton Press. (Original work published 1859).
  • Lipovetsky, G. (2000). La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo (13a ed.). Barcelona: Editorial Anagrama.
  • UNESCO. (2000, abril 26 a 28). Educación para Todos: cumplir nuestros compromisos comunes. Texto aprobado por el Foro Mundial sobre la Educación. Disponible en http://www.unesco.org/education/efa/ed_for_all/dakfram_spa.shtml

7 comentarios en “La espiral de la vida

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  2. Interesante y no creo que no sea optimista, por el contrario, es reflexivo y eso me agrada, es bueno invitar a pensar a la gente, recuerden que el hacer pensar es un buen ejercicio para nuestro cerebro que también es un musculo, gracias.

    • Muchas gracias Pablo. Se agradece el comentario. Y sí, es cierto, ahora en nuestros tiempos debemos invitar a pensar, algo que ya hemos dejado de hacer por una u otra causa.

  3. Muy buen ensayo, y muy interesante sobre todo cuando abordas las diferentes perspectivas desde las que se vislumbra la descomposición social e individual del hombre. Y me encanto lo de los ciclos y la espiral, muy Nietzscheanos, pero desconfigurados deidos a la rapidez e inmediatez en que vivimos.
    Espero tu siguiente ensayo, siempre es un placer leerlos.

    • Gracias Nefertitt, es un placer escribir para ustedes pues al fin y a cabo, un texto no existe si no hay lector que lo aborde y lo interprete.

      Un gran saludo.

  4. muy acertado el ensayo,estoy iniciando en esto de despertar la conciencia, y he comprobado que es mas dificil de lo que parece, ya que no basta la buena intencion por que la naturaleza emerge, es decir no con un buen deseo dejas atras todas las formas erroneas de pensar y actuar.

    el trabajo es duro, pero creo que ya es un paso enorme el aceptar o reconocer que es necesario

    greacias por tu trabajo, buen dia

    • Qué si es duro, Marti. La consciencia y su despertar requiere de mucha autoreflexión y rompimiento de cadenas de prejuicios que nos llevan a estereotipos y posteriormente a la discriminación pues no hay forma de liberarse sino es desde los profundos pensamientos de uno mismo así como en la otredad que nos ofrece nuestra propia naturaleza gregaria.

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