Un disco con sabor a aceitunas y vino de Scott Walker


 

Por Alberto Escobar de la Garma

Comenzaré, estimado lector, por la premisa arbitraria y subjetiva que, no obstante, es la que motiva a esta reseña: Scott 4 es una fregonería de álbum que todo ser humano debería escuchar. Si no lo conoce aún, deje a un lado la lectura de estas líneas y búsquelo, bájelo o trabaje arduamente para que pueda financiárselo (su discografía personal se lo agradecerá eternamente). Si ya lo ha escuchado, desempólvelo y renueve la experiencia de escuchar uno de los mejores (y muchas veces olvidado) discos de los sesenta, cuya influencia se ha extendido a músicos más conocidos que explícitamente han hablado de la obra de Scott Walker como algo delicioso.

            Contemporáneo del Let It Bleed de los Rolling Stones, del Abbey Road de los Beatles, del primer disco con Crazy Horse de Neil Young, Everybody Knows This is Nowhere, así como del último gran homenaje que le hizo John Cage a Eric Satie con Cheap Imitation, for piano, diré que una de las características más notables de Scott 4 (Fontana, 1969) es que se constituye de puras composiciones originales de su autor, Noel Scott Engel, mejor conocido por su nombre artístico, Scott Walker, acuñado varios años antes cuando formó parte del trío The Walker Brothers, en donde alcanzó una no pequeña fama como vocalista compositor principal del grupo aunque principalmente como ídolo juvenil en la llamada Invasión Británica a mediados de los sesenta (su grupo de fans era más vasto que el de los Beatles), a pesar de que ellos fueran estadounidenses. En 1967 The Walker Brothers se desintegraron y Scott empezó a sacar discos, principalmente con versiones de canciones del francés Jacques Brel. Todos tuvieron un éxito comercial bastante favorable dentro del mercado inglés (curioso si recordamos que era el apogeo de la música psicodélica y hippie, con las cuales poco vínculo existe en la obra de Walker), salvo Scott 4 puesto que, si bien con la distancia se le considera el mejor de esa cuarteta primigenia, el hecho de que sólo incluyera canciones originales mermó su popularidad por cuestiones mercantiles históricamente explicables pero que no abordaré ahora.

            El álbum está lleno de referencias poco comunes por entonces dentro del ámbito de la música popular. Por un lado, en la contraportada no se leen las canciones del disco, sino una cita de Albert Camus sobre el valor del esfuerzo del humano a la hora de crear arte. Además, el track con que abre el disco, “The Seventh Seal”, se basa en la película de Bergman del mismo nombre y, por otro lado, hay una crítica política al régimen estalinista en “The Old Man’s Back Again”. Canciones como ejercicios de intermedialidad serán más comunes en el ámbito de la música popular conforme el tiempo pase, y no hay duda de que varios jovencitos que escucharon el Scott 4 en su época se interesaron por la literatura existencialista y por el cine de vanguardia que se hacía entonces. Scott Walker hace estas referencias en un contexto musical que parece coherente: la instrumentación es principalmente acústica, los arreglos de cuerdas son excelsos sin distraer en la composición, y ante todo la voz de Walker, un barítono sumamente expresivo, se encarga de que el contenido lírico suene, según sea el caso, épico (como en la ya mencionada “The Seventh Seal”), alegre (“Get Behind Me”, con sus bien logrados tintes folk), nostálgico (“The World’s Strongest Man”) o melancólico (“Rhymes of Goodbye” y, cómo no, “On Your Own Again”).

            Sabemos gracias al documental de Stephen Kijak Scott Walker: 30 Century Man, que el músico fue trascendente en la obra de Brian Eno, David Bowie (caramba, uno entiende de dónde sacó Bowie la teatralidad de su voz), Jarvis Cocker, Julian Cope, Radiohead, Damon Albarn, Johnny Marr, entre muchos otros, y que, no obstante, su impacto en América no ha sido realmente fuerte (en los sesenta prácticamente sólo en Inglaterra lo conocían, lo cual explica que muchos de los músicos anteriormente listados lo conocieron de chicos, pero ¿será que el patrón se repite en estos días?). No pierda el tiempo leyendo cualquier verdad borrosa que pueda yo ofrecerle con estas líneas, dichoso lector. Recurra a la creatividad del orden de artistas como Scott Walker para reforzar la gracia que tiene estar en esta realidad aún. Deje que él lo guié por una caminata en un paisaje sonoro que no se arrepentirá de recorrer una y otra vez.

Scott Walker, Scott 4,Fontana, 32:28”, Estereofónico.

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