La inteligencia modesta

«Saber mucho no es lo mismo que ser inteligente. La inteligencia no es sólo información, sino también juicio, la manera en que se recoge y maneja la información.»

—Carl Sagan

La semana pasada les comentaba en mi columna que creer que lo sabemos todo mata la curiosidad de una forma contundente y hoy quisiera ahondar un poco más en el tema. Me parece importante recalcar que lo peor que le puede pasar a una persona inteligente es creerse demasiado inteligente.

El problema de saberse inteligente es caer en el asunto de la soberbia, lo cual puede bloquear la tan necesaria curiosidad para seguir aprendiendo y no sólo aprendiendo, sino maravillándose con el mundo. Empecemos con algo que tal vez les cause ruido:

Creerse inteligente no es necesariamente sinónimo de ser inteligente.
Una persona verdaderamente inteligente debe saber ser humilde. Para mí es más inteligente  el que se sigue reconociendo como parte del resto de la humanidad que aquél que no le tiene paciencia al resto de los pobres mortales. Creo firmemente en los modelos de enseñanza y de comunicación que pregonan que entre más se da uno de sí mismo más se obtiene en lo personal y se crece en lo colectivo. ¿De qué sirve tener conocimiento si no se sabe transmitir? ¿De qué sirve ser inteligente si no se sabe conectar con el resto de la humanidad?
Siempre se puede aprender de alguien más, ¡siempre! Es cosa de estar dispuesto a hacerlo, de no levantar muros y sojuzgar al mundo antes de darle una oportunidad. ¿Que nos pueden decepcionar o hacernos perder la paciencia? Es cierto, pero el simple hecho de intentarlo vale la pena.
Foto 02-09-13 19 55 55Por ello admiro infinitamente a los maestros que saben transmitir conocimiento. No a los petulantes que usan el saber como un arma o un escudo, como una joya que sirve para presumir, o a los pobres incautos que se nota que poseen el conocimiento pero desconocen el cómo hacerlo llegar a los demás. Los maestros más humildes y abiertos al diálogo son los que más marcas han dejado en mí, los que me han hecho descubrir esta pasión por la enseñanza. Ser inteligente es saber ser humilde y estar dispuesto a aprender de los demás. No a sobajarlos y hacerles notar sus fallas como algo humillante. Saber decir la Verdad no debe ser sinónimo de herir a todos a nuestro alrededor. También el ser sutil y fino es mostrar más inteligencia que el resto del mundo. Es mejor despertar el interés por saber más en los que nos rodean, que alejarlos y cortar el diálogo antes de siquiera empezarlo.
Un poco de modestia hace la gran diferencia. Por eso creo que para que la curiosidad pueda mantenerse viva y nos lleve a aprender más, debemos poseer una inteligencia modesta. No se trata de sentirse menos o navegar con bandera de tonto, sino de poder decir «No estoy seguro de saber lo mismo que él o ella» y estar abierto a aprender.
El aprendizaje más rico se construye al compartir el conocimiento, mucho o poco, de los que participan en el proceso de aprender. Poner de  nuestra parte es vital para conseguir aprender, particularmente cuando se trata del aprendizaje autodidacta.
¿Por qué insistir en el aprendizaje autodidacta, en la creatividad y en el no creer que lo sabemos todo? Porque no sabemos lo que va a pasar en el futuro. Y antes de que me zapeen por acotar lo obvio, piénsenlo. No lo digo en el plan de «el futuro es una hoja en blanco» y «escribe lo que quieras para tu futuro», sino en la idea de la educación y la economía: no sabemos qué va a pasar. Seguimos usando modelos del siglo XIX para educar a las generaciones del siglo XXI cuando hemos vivido cambios tan grandes que la gente sigue preguntándose «¿qué pasó?». Cuando antes el modelo era «Estudia, trabaja, cásate, ten hijos y mantenlos con el mismo trabajo que has tenido desde los veititantos años». Hoy en día ese modelo (que le ha fracasado a la mayor parte de la generación de nuestros padres) no es aplicable. El mundo va cambiando a una velocidad que causa vértigo y nos obliga a estar atentos y ajustarnos a los cambios.  Por eso mismo, creer que lo sabemos todo nos va a sacar de la jugada. Los invito a reflexionar sobre todo lo que creen saber, incluyendo el cómo aprendieron, y qué tan abiertos están a que los demás les recalquen sus errores. Les dejo el siguiente video de Sir Ken Robinson, hablando acerca, precisamente de cómo la escuela mata la creatividad y el gran daño que ello representa ante una sociedad globalizada que cambia a cada segundo:

Y ustedes, ¿se consideran partidarios de la inteligencia modesta?

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