La curiosidad es el mejor motor: Sobre Einstein y su correspondencia mundial

Por Vanessa Puga
“Todos somos ignorantes,
lo que pasa es que ignoramos cosas distintas”
<<Albert Einstein>>

Si les digo “Albert Einstein”, ¿en qué piensan? Muchos piensan en la palabra “genio”, aunque al mismo Einstein esta aseveración le caía en gracia, puesto que él decía que no era más que un poco más curioso que el resto de las personas. Para Albert Einstein las cosas más importantes era saber mantener la individualidad de los alumnos y promover la curiosidad. Incluso, en 1917, escribió un ensayo en contra de los exámenes de grado que se hacían en las universidades de Alemania para dar los títulos a los estudiantes, pues ponerlos bajo la presión de depender única y exclusivamente de su memoria para poder demostrar que merecían el grado, se volvía una forma incluso de traumatizar a los estudiantes. Puede parecer una defensa curiosa, sobre todo si tomamos en cuenta que mucho se ha dicho de que Einstein era un alumno mediocre. Él mismo admitió no ser el alumno más brillante durante la universidad, pero ello se debía a que “facilidad de comprensión […], voluntad de concentrarse en todo lo que se presenta [en el aula], amor por el orden con el fin de tomar apuntes de lo que se imparte en las clases y elaborarlos después concienzudamente. Como me vi obligado a reconocer, yo carecía de todos esos rasgos personales”. Para el científico alemán, el método de instrucción e interrogatorio destruye la curiosidad del alumno y, catástrofe, su sentido de individualidad, siendo éstos los dones más valiosos que se deben cultivar y reforzar con la educación.

Bueno, pues teniendo esto como referente, no es de extrañar que el profesor Einstein tuviera gran interés en resolver dudas de pequeños alrededor del mundo. De todas partes del globo terráqueo, había pequeños que le escribían a Einstein planteándole diversas cuestiones que el científico procuraba responder. Existe un bello libro que recopila las cartas escritas entre 1928 y 1955 (año de la muerte del científico) que lleva por título «Querido Profesor Einstein» editado por Gedisa. En este libro se plasma la ideología de Einstein sobre la curiosidad como mejor método para aprender. Si bien en el libro vienen más cartas de los niños que las respuestas de Eintstein, hay algunas piezas maravillosas que dan fe de este afán educador del profesor. Quiero compartirles dos de mis ejemplos favoritos donde la sencillez y cordialidad destilan.

De Phyllis, Nueva York Iglesia de Riverside
19 de enero de 1936

Mi querido doctor Einstein:
Nos hemos planteado la pregunta: “¿Los científicos rezan?” en la clase de catequesis. Surgió al preguntarnos si podíamos creer a la vez en la ciencia y la religión. Estamos escribiendo a científicos y otros hombres importantes con la intención de obtener respuesta a la pregunta. Nos honraría recibir su respuesta a la pregunta: ¿Los científicos rezan, y para qué rezan? Somos alumnos de sexto curso, de la clase de la señorita Ellis.

Respetuosamente,
Phyllis

Para Phyllis, Nueva York
24 de enero de 1936

Querida Phyllis:

Intentaré responder a tu pregunta con la máxima sencillez que pueda. Ésta es mi respuesta: Los científicos creen que todo lo que ocurre, incluidos los asuntos humanos, se debe a las leyes de la naturaleza. Por tanto, un científico no se siente inclinado a creer que el curso de los acontecimientos pueda verse influido por una plegaria, es decir, por un deseo manifestado de manera sobrenatural. Ahora bien, debemos reconocer que nuestro conocimiento actual de estas fuerzas es imperfecto, de manera que, en última instancia, la creencia en la existencia de un espíritu se basa en algún tipo de fe. Tal creencia continúa siendo muy común, a pesar de los logros actuales de la ciencia. Pero asimismo, todo el que desarrolla concienzudamente una investigación científica, se convence de que existe cierto espíritu manifiesto en las leyes del universo, inmensamente superior al del hombre. En este sentido, el objetivo de la ciencia conduce a un especial sentimiento religioso que, sin duda, es bastante diferente de la religiosidad de alguien más ingenuo.

Con un saludo cordial, A. Einstein

Del <<Club Einstein>> de un instituto de enseñanza media
19 de mayo de 1938

Querido profesor Einstein:
Aunque ninguno de nosotros a tenido la suerte de conocerlo en persona, hemos oído tantas cosas sobre usted y su maravillosa obra científica y matemática, que nuestra profesora de matemática, la señora Bernstein, ha fundado un club para niños interesados en ciencias, matemática avanzada y otras materias similares, y lo ha denominado el Club Einstein. Nuestro club acaba de fundarse este año y ya cuenta con unos diecisiete miembros, todos muy entusiastas. Esperamos continuar con las actividades del club el próximo trimestre y dar clases de astronomía.

Cada vez que tenemos noticias de un nuevo triunfo suyo, lo tratamos en las reuniones y conversamos sobre él. Por supuesto, como todavía somos alumnos de enseñanza media, no siempre captamos a la primera las ideas de sus teorías, pero como la mayoría somos alumnos avanzados y rápidos, nos formamos una idea bastante clara de muchos puntos con la ayuda de los profesores. El club se reúne los miércoles y hoy hemos sabido que su cumpleaños fue hace dos días, así que aunque sea un poco tarde le deseamos que haya tenido un feliz cumpleaños y que disfrute muchos más.

Respetuosamente,
Los miembros del Club Einstein

De Barbara, Washington, D.C.
3 de enero de 1943

Querido señor:
Hace mucho tiempo que lo admiro. He intentado escribirle muchas veces, pero siempre acababa rompiendo la carta. Porque usted es una persona muy brillante y por lo que he leído siempre ha sido así. Yo sólo soy una alumna media de doce años de séptimo A en el instituto Eliot. Casi todas las chicas de mi clase tienen héroes a quienes escriben cartas. Mis héroes son usted y mi tío, que pertenece a un guardacostas. En matemática soy una alumna inferior a la media. Tengo que dedicar más tiempo que la mayoría de mis amigas. Me preocupa (quizá demasiado), aunque me imagino que al final aprobaré. Oh, señor, espero que me escriba. Mi nombre y dirección aparecen abajo.

Le saluda atentamente,
Barbara

Para Barbara, Washigton, D.C.
7 de enero de 1943

Querida Barbara:
Me encantó tu amable carta. Hasta el momento no me había planteado ni en sueños ser un héroe, pero puesto que me has designado como tal, ahora siento que sí lo soy. Así debe sentirse un hombre que acaba de ser elegido presidente de los Estados Unidos. No te preocupes por tus dificultades con las matemáticas; puedo asegurarte que las mías eran aún mayores.

Te saluda atentamente,
El Profesor Albert Einstein

Ésta es tan sólo una muestra de la correspondencia que existió con el buen Einstein. Quien no tenía empacho en responder, aunque fueran unas cuantas líneas a los que se acercaban a él. Si les llama la atención, les recomiendo mucho que consigan el libro, editado por Alice Calaprice y prologado por la nieta de este científico, Evelyn Einstein.

Cartas transcritas de:
Querido Profesor Einstein. Ed. Alice Calaprice. Editorial Gedisa. Barcelon: 2008. Páginas 120, 121,125, 130 y 131.

Un comentario en “La curiosidad es el mejor motor: Sobre Einstein y su correspondencia mundial

  1. Hola Vanessa. Me pareció muy interesante tu artículo,no tenía ninguna información al respecto. Te felicito por tu curiosidad.

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