Por Erika Arlanzón
Twitter: @kikaladepolanco
Lo efímero del tiempo es muestra de las reflexiones que podemos tener al pasar un instante y convertirse en pasado. Si escudriñamos en los recuerdos de nuestra mente podemos formar imágenes perfectas de la situación que vivimos hace tiempo, pero la mente humana nos engaña. Pues por más que tratemos de formar una imagen nítida, ésta se tergiversa en nuestros recuerdos.
Hubo un hombre que logró congelar estos instantes por medio de la fotografía. Fue Henri Cartier-Bresson (Francia 1908-2004). Tenia la capacidad de congelar escenas cotidianas en los instantes en que la historia era reflejada de forma precisa.
Técnicamente nunca recortó o reencuadró sus negativos, eran impresos tal como realizo la toma.
Trabajó con una cámara Leica de 35 mm la cual cubría con cinta negra para pasar desapercibido.
Su interés fotográfico inicio desde la niñez, sin embargo, su verdadera vocación era la pintura. Comenzó a acercarse a la fotografía a partir de las revistas de deportes de los años 30, que eran publicadas en Francia y Alemania. Junto con Robert Capa fundaron la revista Magnum photos. Los cuales son considerados los padres del fotorreportaje.
Cartier-Bresson tuvo un giro en su carrera en 1974 regresando a la pintura.
La forma de fotografiar de este maestro de la lente me hace reflexionar de lo que estamos hechos. De recuerdos congelados en la cabeza, que los reencuadramos a nuestra conveniencia, según las emociones que nos hayan generado en el momento de haberlo vivido.
Kya! 
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